Además de todas estas técnicas quirúrgicas se están utilizando: 1. factores de crecimiento plaquetario ó plasma rico en plaquetas (PRP) y 2. células progenitoras de médula ósea
1. Los factores de crecimiento plaquetario se derivan de la propia sangre del paciente. Esta tecnología utiliza una centrifugadora para separar los componentes de la sangre de los pacientes en varias densidades. Los glóbulos rojos (GR) son más densos y se moverán a la parte inferior. La fracción de plasma es el menos denso y flotará en la capa superior. La "costra", que contiene la mayoría de las plaquetas se encuentra entre el plasma y por encima de los hematíes. Las plaquetas contienen varios factores de crecimiento (citoquinas también se llaman): factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGF), factor de crecimiento transformante-beta (TGF-B), la insulina como factor de crecimiento (IGF), y el factor de crecimiento vascular endotelial (VEGF).
Estos factores se están utilizando para tratamiento de tendinitis, roturas fibrilares, roturas de tendón de Aquiles,… Tienen la propiedad de acortar considerablemente el tiempo de recuperación de estas lesiones (casi a la mitad). Además se utilizan para acelerar la curación de lesiones tratadas mediante artroscopia, con la ventaja de que provienen del propio paciente, evitando así el riesgo de incompatibilidades, contagio de enfermedades infecciosas,…
2. Tratamiento de lesiones de cartílago con células mesenquimales de medula ósea.
La noción de que la médula ósea contiene células madre no es nueva. De hecho se sabe que contiene la población más rica de todas las localizaciones del cuerpo humano.
Hay dos tipos de células madre en la médula ósea adulta: las hematopoyeticas (forman la sangre) y las mesenquimales (forman hueso, cartílago, tejido fibroso y grasa). Las células madre en el interior de la médula ósea permanecen inactivas hasta que una señal (efecto llamada) las conduce a dividirse y diferenciarse. Esta capacidad de proliferar y cambiar a distintos tipos celulares es lo que hace a las células madre distintas de otras células.
Por tanto de esto surge la pregunta: ¿que pasaría sí obtuviéramos células mesenquimales de médula ósea y las inyectáramos en una articulación artrosica o con un daño cartilaginoso delimitado a una zona específica de la misma? Hay que recordar que hoy en día no existe un tratamiento definitivo para las lesiones de cartílago, al ser un tejido con escasa vasculación y, por tanto, poca capacidad de regeneración.
La respuesta está en distintas publicaciones que muestran una mejoría importante de los pacientes con técnicas similares tanto desde el punto de vista clínico como de la evolución objetiva de sus lesiones. En concreto, hay publicaciones que muestran que la terapia con células madre expandidas (cultivadas) e inyectadas dentro de la articulación del paciente arrojan resultados esperanzadores. Sin embargo, otras publicaciones refieren que no hay diferencias significativas entre los tratamientos con células cultivadas y con concentrado celular (hay que recordar que el cultivo de células es muy caro y además exige unos controles sanitarios muy rigurosos). Aquellos pacientes que se han sometido a tratamientos con concentrado celular también han obtenido muy buenos resultados, aunque en los trabajos consultados siempre se hace referencia a métodos quirúrgicos para el implante de las células.
De ahí que hayamos decidido optar por un método mixto de tratamiento: obtenemos células mesenquimales de la cresta iliaca del paciente (esto es un procedimiento quirúrgico simple que se puede hacer con anestesia local o sedación), las tratamos y obtenemos un concentrado de las mismas (además así hacemos un aporte de otros tipos celulares como plaquetas, células endoteliales,...que ayudan a mejorar la vascularización de la zona y aceleran la curación de la lesión) y a continuación procedemos a inyectarlas dentro de la articulación con un poco de anestesia local. Este método tiene además la ventaja de poder tratar varias articulaciones en un mismo proceso.